"" Santa Carmen Sallés

Concepcionista #CONECTATE
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  1. EL LEMA DE ESTE AÑO: CONCEPCIONISTA #CONECTATE

    El ser humano es trascendental, es decir, un ser que no puede vivir desde la inmediatez y la superficialidad. Todo lo contrario, la gran tensión de la existencia es aprender a vivir desde la interioridad y la profundidad de la vida, ir más allá de lo aparente, lanzarse a crecer como personas, alimentarse de valores que saquen lo mejor de cada uno de nosotros.

    Estamos llamados a ser "personas en plenitud", que buscan el sentido de las cosas, que día a día construyen la felicidad a base de la relación con uno mismo, con Dios y con los demás.

    ¡Hay que conectarse!

    Hay que aventurarse a ser lo que estamos llamados a ser, no conformarnos con vivir a la ligera, sin conocimiento, sin experiencia, sin encontrarnos con el amor infinito que nos hace "humanos" "hijos" "hermanos".

    Y ¿Por qué conectarse?

    Muy simple… ¡Vivimos desconectados!

    Actuamos muchas veces indiferentes, superficiales. Vamos por la vida sin identidad, sin experiencias que nos marquen y nos trabajen por dentro.

    Hay que conectarse desde lo más profundo. Por eso, Concepcionista #Conectate:

    Contigo Mismo

    Porque somos un regalo de Dios, las criaturas más hermosas de su creación. Dios Padre, en su infinito amor, soñó con cada uno de nosotros, nos dio la vida, nos regaló las cualidades, los dones que nos caracterizan, nuestra personalidad y la debilidad propia de nuestra condición humana que es fuerza e impulso para tocar el fondo de nuestra vida. Somos un tesoro, únicos e irrepetibles, somos una bendición para Dios Padre, para el mundo y para los demás.

    Con Dios

    Porque en él está el sentido de nuestras vidas. Nos decía M. Carmen Sallés, "Quien esté más unido a Cristo, dará más fruto", es decir, quién esté más unido a Cristo tendrá una vida fecunda en todas las dimensiones de la vida. Porque en Él está la verdadera felicidad, se trata de aprender a vivir en unión con Dios cada día, desde los valores de Jesús de Nazaret que nos invita a experimentar el amor, el perdón, la armonía, la solidaridad, la misericordia.

    Con los demás

    Porque no somos islas, no vivimos solos y no podemos ser felices solos. Nos necesitamos los unos a los otros, y en especial, hay personas que por su realidad compleja y sufrida, necesitan con más urgencia de nuestra amistad y servicio.



  2. DEJÉMONOS ILUMINAR POR LA PALABRA:

    Vamos a leer con atención el Evangelio de San Lucas que nos dice:

    "En esto un doctor de la ley se levantó y, para ponerlo a prueba, le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees? Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo. Entonces le dijo: Has respondido correctamente: obra así y vivirás.

    Él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús le contestó: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto. Coincidió que bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo. Lo mismo un levita, llegó al lugar, lo vio y pasó de largo. Un samaritano que iba de camino llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció. Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó. Después, montándolo en su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada y le encargó: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta. ¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los asaltantes? Contestó: El que lo trató con misericordia. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo."

    (Lc 10, 25-37)


    Leyendo detenidamente el Evangelio anterior, nos damos cuenta de que estamos ante una triple invitación: Amar a Dios, amarse uno mismo y amar a los hermanos. Es la invitación a conectarnos con lo verdaderamente importante en la vida, lo que da sentido a nuestra existencia. Es la triple premisa para ser realmente felices, TENER VIDA.

    Amar a Dios, quien nos creó. Descubrir en Él el origen y el sentido de nuestra vida. Vivir en actitud de "conexión" con aquel que nos soñó y nos amó desde el primer momento de forma incondicional. Aquel Dios Padre que nos envió al mundo a su Hijo Jesús para enseñarnos a vivir "humanamente". Relacionarnos con el Amor…Dios es Amor. Decía San Agustín de Hipona "Señor nos hiciste para ti, y nuestro corazón estará inquieto siempre, hasta que descanse en ti".

    Pero dice claramente la Palabra que hay que amar a los demás como a UNO MISMO… es decir, NO EN VEZ DE A TI MISMO. Nadie da de lo que no tiene, por tanto, necesitamos primeramente, conectarnos con nuestra propia humanidad. Se trata entonces de comenzar a vivir en una constante actitud de conocimiento personal que nos permita descubrirnos como personas y amarnos tal como somos, impulsando así el deseo de crecer cada día. Es un proceso que no termina, dura toda la vida el arte de tomar contacto con nuestra vida. Hay momentos en que este proceso se profundiza más que en otros, por ejemplo, en la adolescencia y la juventud como etapas claves de encauzar la vida y preguntarse "¿Qué tipo de persona queremos ser?". Por eso, nuestra misión educativa es tan importante, pues tenemos que enseñar a vivir a nuestros niños y jóvenes, invitándolos a descubrirse, a amarse y a entregarse como personas de bien en esta sociedad. Pero no podemos educar, "sacar lo mejor del otro", si nosotros no asumimos la aventura del conocimiento personal y de valorarnos como somos. "El ejemplo arrastra más que las palabras" (Sta. Carmen Sallés).

    Al final, la reacción de amarse uno mismo, de aceptar la propia historia y realidad, lo bello y no tan bello de cada uno, y de sentir la ternura de Dios, su amor infinito a pesar de nuestra fragilidad, dan como resultado el amor hacia los hermanos y una vida de servicio y entrega, sobre todo a los más necesitados. El amor de Dios y la aceptación de uno mismo se traducen y encarnan en actitudes concretas de caridad, misericordia, solidaridad, servicio, gratuidad y perdón… como el buen samaritano, que no le importó complicarse la vida y CONECTARSE con el sufrimiento del hombre malherido en el camino de la vida. Así nosotros… "Vete y haz tú lo mismo" termina diciendo la Palabra de Jesús.

  3. PODRÍAMOS REFLEXIONAR:

    1. ¿Qué idea del lema pastoral de este año me llama más la atención?

    2. ¿Qué sentimientos producen en mí esta invitación pastoral?

    3. ¿A qué me siento llamado, invitado este año? ¿A qué estoy dispuesto?



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